viernes, 30 de mayo de 2008

La niña manos de insert coin

Sobre una calle muy turística estaba sentada una niña manos de insert coin. Toda la gente iba caminando como acompañándose en su trajín. Un ligero mete la mano en el bolsillo, la saca e introduce una moneda de un peso en manos de la niña. Un mareado busca en su mochila algo para poder darle, pero lo hace dubitativamente; al final en una mano tiene dos monedas y en la otra una bola de pelusa. Se pregunta: ¿Le doy una de c./25 o una de c./50? Y le entrega la bola de pelusa, se sorprende él mismo y se queda petrificado. Los notengomoneda, que iban junto a los otros dos, pasan sin mirarla, caminan alrededor de 20 metros hasta darse cuenta de que otros se habían detenido junto a la niña y que ellos iban por la calle solos como estrellas de otra constelación.

domingo, 25 de mayo de 2008

Para Cronopios y Mareados

Enunciado de las consignas:
Escribir a la manera de Cortázar

1. Instrucciones para ...
elegir de esta lista:
  • ponerse el pijama,
  • putear,
  • lanzar una carcajada,
  • arrodillarse,
  • subirse en puntas de pies,
  • mirar por el agujero de la cerradura,
  • bostezar.
2. Costumbres, conductas excéntricas, un día en la vida de los siguientes seres: "Los ligeros", " los mareados", "los notengomoneda" ( pequeños relatos, escenas; pueden ser varios textos breves, pueden armar escenas en las que participan los tres o no; lean los Cronopios .. en la ficha antes de escribir!).


Además:

* la página web en la que pueden bajar todos los textos de cronopios
* un reportaje a Cortázar en el que habla sobre ellos
* las Instrucciones para subir una escalera, que leí en clase.

(hacer click en los links para ingresar directo)


Los que quieran, pueden colgar su texto en el blog o enviárselo a Bárbara.
Saludos, ik

jueves, 8 de mayo de 2008

Mi Musa

Te escribo esta carta a ti querida, para que quede plasmado en un papel la admiración que por ti siento. Eres la inspiración de mi obra, la que debe verdaderamente ser elogiada. Te hablo con toda honestidad cuando te digo que no me importa tu aspecto, se que no tienes el peso para ser una supermodelo, todo lo contrario. A tu edad debes saber que las arrugas son más que un signo de envejecimiento, son compañeras que estarán contigo hasta que cumplas el bicentenario.

A primera vista me impresionó el modo por el cual eres capaz de llevar una vida tan tranquila; pero luego, por lo ocurrido con la liebre, me di cuenta de que tu sabiduría innata hizo que desde tu nacimiento pensaras y te movieras lentamente en cada acto, porque muy dentro de ti sabes que tienes poco tiempo por perder. Un cuello lánguido y oscuro te permite mirar por sobre ti, de ser necesario mirar al exterior, pero en los momentos que te sientes amenazada te enterneces y hundes tu cabeza dentro de tu caparazón. Te internas en aquella profundidad y paciente esperas hasta el momento en que te sientes segura.

Y aunque todos crean que por fuera eres áspera y a veces hasta dura, sé que es por salvaguardar ese interior tierno y frágil. Eres una gigante entre todas las de tu especie y eres la superviviente que ha ayudado al desarrollo de mi trabajo.


Atentamente,
Charles Darwin

P.D.: No te preocupes, sé que tardarás en responder.

martes, 6 de mayo de 2008

“Mi Madrina”

Por esas causas inexplicables de la vida, tengo una madrina llamada Silvia, que és muy especial.
La tía Silvia se caracteriza por hablar. Pero lo grave es que, no es una charlatana consciente de que está con otras personas en distintos ámbitos de su vida, sino que ella habla sola, es decir, los que la escuchamos no vacilamos ni una palabra, ya que la tía se encarga de preguntarse y responderse ella misma.
Con su altura de 1,70cm y su cabello rubio, es una excelente imitadora de distintos personajes, centrados en su imaginación y en su ironía.Su vestimenta es muy llamativa, viste con colores fuertes, como el turquesa y el verde, con camisas estampadas y bufandas hechas a mano.
A la tía poco le importa lo que opinen los demás, ella va volando de aquí para allá, no se preocupa por nada y cree que repetir una y otra vez la misma palabra, es síntoma de atención por parte de sus oyentes. Su voz es potente y aguda, le encanta gritar y parlotear todo el día, pero sin lugar a duda, lo que más llama la atención, son sus uñas: tienen un aspecto raro, son largas, muy finas y a simple vista, fuertes.
Aunque en la familia sabemos como es y cuál es su fuerte sin control, sólo nos queda una solución: escucharla y prestarle atención porque hasta las próximas tres horas no se habla de otro tema.

Mamá

Es capaz de volar, incluso sobre el mar y desafiando el viento, cuando alguien a quien aprecia necesita de su ayuda.
Ella se encuentra presente en cada rincón. Sus antenas le permiten percibir cada detalle de lo que está ocurriendo y nada escapa a sus ojos. Durante el día, recoge de cada miembro de la familia sus logros, sus alegrías y sus preocupaciones; y los transporta de unos a otros, contribuyendo así a la comunicación y la unidad dentro de la casa.
Son escasos los momentos en que se detiene a descansar: las horas del día parecen nunca alcanzarle. Solo en la noche se sienta a la mesa para cenar. Mientras el Sol irradia con su luz, ella come en los espacios libres que encuentra en sus horas de actividad.
Se arregla para salir. La primavera siempre fue su preferida ya que puede lucir sus trajes de brillantes colores que atraen las miradas de quienes la ven venir. Es fácil notar cuando se encuentra atrapada en una situación donde no le interesa participar, porque logra mimetizarse entre la gente y pasar desapercibida.
Es minúscula, frágil, elegante, fina, interesante, sincera, alegre, cariñosa, simpática y divertida. Sin embargo, a pesar de que sus enojos son efímeros, mientras éstos ocurren sufre una metamorfosis completa y se transforma en un ser fuerte, imponente y poderoso.
Muy pocas veces escucha la opinión de los demás. Ella prefiere volar con sus propias alas.

Romualdo

Nuevamente una cena familiar, nuevamente la misma rutina de domingo. Tíos, abuelos, primos, lo de siempre digamos. Lo que hace a esta reunión especial, y desagradable a la vez, es la presencia de Romualdo, el cuñado de mi padre, quien siempre nos “deleita” con su presencia y sus refinados modales.
Llegamos a la casa de Tita y, luego, nos sentamos en el comedor para esperar la exquisita carne asada que mi tía prepara. Minutos antes de que la mesa este servida, llega el personaje en cuestión. Romualdo ingresa al comedor de una forma sumamente extraña (casi sin caminar podría decirse), sus extremidades no tienen movimiento alguno, saluda a todos los presentes, dejándolos con poco aire debido a sus abrazos. La comida por fin se sirve y yo (que estaba sentado junto a él) lo escucho decir en voz baja “sino como carne me muero”. Como siempre hay mucha más comida que gente pero al estar Romualdo presente, eso no es algo que se tenga en consideración. Él comienza a comer, llevando a su boca pedazos de carne enormes, abre su mandíbula excesivamente para que ingrese el alimento que traga sin siquiera masticar. Así, en forma acelerada, llena su estomago varios minutos antes de que el resto de la familia pueda finalizar su comida, observo que él se queda completamente quieto en su asiento, como si estuviese en una especie de letargo con sus ojos cerrados (supongo que así realizara su digestión), aunque creo que continua pendiente a su alrededor de todas maneras.
Todos finalizamos de comer y empezamos a conversar hasta la llegada del postre, Romualdo, que continua en su letargo, se levanta efusivamente. Comienza a estirarse y deja a la vista la totalidad de su cuello, éste es bastante escamoso y en ciertos sectores parece como si se estuviese cayendo y renovando la piel. Mi tía Tita anuncia la venida del postre a la mesa, con total curiosidad observo la reacción de Romualdo, puedo jurar que él, con total alegría, saca su lengua bífida y simula saborear lo que pronto será su próxima presa.
Tan imponente a la vista parece, con sus largas patas delgadas. Un lánguido cuello por encima de sus hombros denota la altura como un pedestal. Qué admiración, es casi imposible que pierda la cordura, es casi imposible que muestre temor. Mas fué aquel tiempo, lo ví por primera vez en su depresión. El terror, el pánico, la desesperación sucumbían aquella gran masa de egolatría. Ni defenderse pudo, ni echar a volar al viento, fué como si el instinto no se lo permitiera. Solo llegó a hundir su pequeña cabeza sostenida por ese lánguido cuello en las profundidades de lo obsoleto, del suelo, del fondo. Y no podía entender porqué. Yo reía preguntándome qué lograba solo cubriendo su cabeza, cuál sería la razón para no ocultar también el resto de su cuerpo. ¿Pensaría acaso que restringir su visión bastaría para defender la totalidad? Pero nunca lo supe, no solía hablar mucho sobre la cuestión, no era como cualquier otro.
Sábado a la noche. Es el día preferido de la semana de Vanesa, el día en el que se descargan las tensiones del trabajo, el día en el que la noche se hace especial.
A las 9.30 p.m. empieza el ritual. Vanesa llena la bañadera con agua caliente. Las sales de baño, la espuma, y el tratamiento capilar no pueden faltar. Un baño de hora y media y ya son las 11.00 p.m. Vanesa se coloca una toalla en la cabeza y se pone su bata. Se dirige al espejo, y se sienta frente a él. Abre un frasquito de esmalte rojo y hace un movimiento vertical con el pincel sobre cada una de sus uñas, están tan prolijas que el color carmesí hace una combinación perfecta con sus largos dedos de pianista.
Los minutos pasan rápido y Vanesa tiene que cumplir con un horario, por lo que comienza a vestirse. La elección de la ropa de hoy es una remera negra con hombros descubiertos, del mismo color son el short y los tacos, pero para cortar un poco con la tonalidad oscura se coloca un cinturón colorado que marca su finísima cintura. Su pelo largo y extremadamente lacio ya está seco, Vanesa se peina y se coloca una flor en el costado derecho de la cabeza, luego toma un frasco Armani y se perfuma detrás de las orejas y las muñecas. Finalmente maquilla su rostro. Sus pómulos los pinta de rosado, sus ojos los delinea con un lápiz muy fino y a sus labios color escarlata sólo les coloca brillo. Ya está lista para salir. Toma su cartera de charol que combina con los zapatos y coloca en ella lo reglamentario: llaves, celular y billetera.
Baja por el ascensor y retoca su peinado. Mira el reloj y se da cuenta que es tarde por lo que sale volando de su casa. Pasa a buscar a su amiga Paula y juntas se dirigen hasta el boliche. El lugar en el que están es el mismo de todos los sábados, conocen a los dueños e ingresan sin hacer cola. El ambiente está muy oscuro, sin embargo Vanesa se orienta perfectamente y sabe localizar a sus presas. Se dirige junto a Paula al centro de la pista y ambas empiezan a bailar, hacen movimientos sensuales para llamar la atención de los hombres del boliche. Finalmente Vanesa conoce a un hombre, a Miguel. Como todos los sábados, se dirige a la barra y le pide a su chico que le compre una copa de vino, dos copas de vino, nueve copas de vino, y si fuera por ella succionaría muchas más, puesto que es su bebida preferida. Son las 5.00 de la mañana y ambas ya están ebrias. Aunque están sacando provecho de sus presas y se están divirtiendo lo suficiente se acerca la hora de irse. Acompañadas por sus muchachos salen del boliche. Ambas quieren manipularlos y seguir sacando provecho de ellos. Vanesa invita a Miguel a su cueva. Entran al living y se acomodan en el sillón preparados para brindar por haberse conocido. Vanesa pierde un arito. Se da vuelta y
se sienta en el piso para buscarlo. En ese mismo instante Miguel fija su mirada en la botella de vino. En la botella que había conocido esa noche, esa botella cuya figura es sinónimo de prefección. Atraído como si fuera la primera vez, no puede evitar tomarla de la boca y descorcharla. Baja su mano hasta el cuello. Le saca la etiqueta con una brutalidad sorprendente. La roza con sus dígitos de principio a fin. Descubre su textura. Vanesa intenta todo lo posible para evitarlo, utiliza todas sus fuerzas para separarlo pero no puede hacerlo. Desesperada grita esperando que alguien pueda ayudarla. Se están metiendo con lo más preciado que tiene y no puede hacer nada al respecto. Una vez terminada la tarea y satisfecha la sed, Miguel huye. A partir de esa noche ningún sábado volvió a ser igual.

"Oculto avistaje"

Me habían hablado mucho de ella y sentía la necesidad de conocerla, aunque no resultaba fácil pensar en un encuentro luego de haber oído tantas escalofriantes anécdotas. Lo proyecté todo, el plan debía salir a la perfección de lo contrario estaría en graves problemas. Organicé cada detalle de la estrategia sin dejar nada librado al azar. Llegado el día y la hora, en el lugar exacto lograría verla con mis propios ojos sin que ella advirtiera mi presencia.
Finalmente el momento llegó. A veinte metros de mi estratégica guarida la esbelta figura se hizo presente. Observé cada detalle de su fisonomía y su comportamiento, procediendo a corroborar todo lo que alguna vez había oído de ella.
La primera impresión me dio la sensación de que estaba ante un ser totalmente ápodo y finalmente pude distinguir solo un vestigio de sus piernas. Pequeñas porciones de epidermis dispuestas en hileras regulares, solapadas como las tejas de un tejado formaban la extraña característica de su piel. Sus ojos permanecían estáticamente e impresionantemente abiertos cubiertos con unas extrañas gafas protectoras transparentes.
Su andar era inusual. Su estructura ligera le permitía una gran libertad en sus movimientos serpentinos que ejecutaba de manera suave y fluida.
Pude observarla comer, me sorprendió ver como en tan fina figura ingresaban tan inmensas y desproporcionales presas. Extrañas actitudes ceremoniales antecedían cada bocado, reclinaba su cuello hacia atrás y abría su boca de par en par sacando a la luz su afilada dentadura y su fina lengua, su plato era ingerido de manera completa en un solo deslizamiento de su mandíbula evitándose varias fragmentaciones.
No pude escucharla hablar pero si la oí emitir siseos a gran volumen al mismo tiempo que su cuerpo encarnaba una posición enroscada sobre si misma. Parecía no oír los sonidos que la rodeaban, pero jamás dejaba de observar fijamente todo.
Sigilosa y hábil, no necesita pensar mucho para actuar, ella mira con una mirada pícara y simpática. Su nombre es Viviana, una compañera de la vida, una amiga o una hermana podría decir. El simple echo de conocerla me da detalles de su personalidad vivaz, siempre alegre, husmeando por doquier parece estar riéndose en todo momento, mostrando sus dientes posteriores que sobresalen de manera tierna. Es curiosa, busca en los paisajes coloridos de la vida, observando todo tipo de semilla que alimenten su corazón, para sentirse resguardada y segura, guarda ese alimento dentro de sus mejillas que parecen estar hinchadas siempre o simplemente las entierra donde nadie sepa, y cuando las esconde dan frutos a pesar de que no sepa que algún día alimentarán a otros.
A pesar de todo es asustadiza, huye cuando las personas se acercan demasiado, sabe que pueden hacerle algún mal, solo se acerca en caso de estar segura que tienen algo para llenar su hambre, que no le harán daño, pero a pesar de eso al mínimo indicio de querer acercarse un poco mas, ella retrocede desconfiada y se esconde donde se siente mas segura, entre las ramas que la protegen o en los agujeros donde vive y se refugia. Luego vuelve a asomarse, es tan curiosa que mira nuevamente con sus ojos grandes y negros, te mira de frente y huele la desconfianza, sin darte cuenta ella sale corriendo nuevamente, y aunque quieras seguirla se trepa rápidamente en lo alto donde se encuentra su libertad; a veces parece que vuela de un lado a otro, necesita salir y aventurarse por otros lugares, pero no vuela, no tiene tal capacidad, solo da grandes saltos y cada ves parece estar mas lejos, hasta que no la volvés a ver; y es difícil volver a encontrarla, porque es pequeña y muy escurridiza comparando con otras, pero tan rápida que si uno se distrae, la perdió de vista. Es hermoso verla, es divertida para cualquiera que la vea pero difícil acercarse demasiado, aunque ella se muestre raramente se acercará lo suficiente para poder acariciarla.

Será historia

Cada vez me convenzo más que este jugador va a quedar en la historia del fútbol. No sólo por la gran cantidad de goles que hizo, por los cuales estadísticamente ya se encuentra en el recuerdo obligatorio de hinchas y, sobre todo, de los periodistas que se encargan de mantener dichos datos, sino también por otras características de juego que lo hacen único.
Como hice referencia al principio, es inevitable hablar de su capacidad de anotar, principalmente porque casi todas sus virtudes se ven reflejadas en sus tantos. Tiene un gran olfato para saber dónde va a dirigirse una pelota, cómo van a moverse los defensores contrarios y, a partir de ello, colocarse instintivamente en el campo de juego. Esto hace que, cuando la pelota queda entre sus garras, sea muy difícil que falle de cara al arco rival.
Otras cualidades son, sin ninguna duda, su salto y su cabezazo. Y me refiero a ellas en forma conjunta porque, si bien se trata de acciones distintas, el fútbol, en muchas oportunidades, y este gran goleador, casi siempre, hacen que ambas vayan de la mano. Habitualmente, se lo puede ver en los partidos abalanzándose con la cabeza sobre el balón entusiasmado y, a veces también por ello, torpe y desesperadamente, atropellando lo que tenga a su alrededor, ladrándoles si es necesario.
Y es este entusiasmo el que me lleva a mencionar un tercer atributo, que es el hambre de triunfo que tiene. Se puede pensar que el haber conseguido un título puede calmar el apetito de éxito de cualquier jugador, sin embargo este artillero implacable se encarga de perseguir la victoria en forma constante, insatisfecha, y por esta voluntad cansadora, casi molesta, la termina alcanzando.
Todavía no se retiró de la actividad profesional. Cuando lo haga, de todas maneras, se mantendrá como fiel compañero del fútbol, y del gol, por supuesto.

“Petete el Diarero”

Petete es su nombre, o por lo menos así lo llaman. Tiene el pelo crespo color caoba, su barba luce un tanto desprolija, es petiso pero robusto y por sobre todas las cosas roñoso. Como “El libro gordo de Petete” guarda historias por todas partes. Pasea por las calles de la ciudad, repartiendo diarios y revistas en cada una de las casas de sus clientes, y si puede, garronea alguna que otra comida. Ama las caseras, aunque cuando no consigue donde comer se las arregla en algún quiosquito o cantina.
Ni el frío, ni el calor, ni la lluvia, impiden que él haga su trabajo. Pareciera de hierro porque las enfermedades nunca han anclado en él. Cuando uno ve venir su figura redonda, con movimientos algo sinuosos, como si viniera al galope, ya sabe quien es, es Petete el diarero. “¡Petete!”, le grita la gente; al mismo tiempo que él contesta con un ladrido, “¡adiós amigo!”; sin mirar siquiera quién lo está saludando. Nadie puede decir que no lo conoce, está desde hace ya mucho tiempo por todos lados.
Consigue de vez en cuando alguna changuita para aumentar su capital económico aunque no saca grades diferencias. La vida no le ha sido fácil, pero ha sabido ganarle a la desgracia, a la desgracia de haber nacido en la pobreza y con su trabajo ha logrado mantenerse. Así pasa sus días siendo amigo y fiel compañero de todo aquel que se acerque a hacerle alguna pregunta. Supongo que la soledad de no tener familia lo lleva a aferrase a cada gota de cariño que puedan derramar las personas que a su lado se encuentran. A pesar de su aspecto pulgoso, su hablar balbuceante, es querido por todos habitantes del lugar y reconocido como el personaje más trabajador y benigno de la ciudad.